top of page
Search

La lechuga

  • Por Janet Rudman
  • Nov 23, 2017
  • 2 min read

La lechuga simboliza estar en el buen camino.

El camino de la salud, de la belleza y de la aceptación. Existe algún halago más maravilloso para una mujer que : “¿estás más flaca?” Contestar con un,” no sé, habrá sido porque tuve un virus”. No voy a contar que hace meses que no tengo una comida contundente, que el olor de Pagnifique calentito cuando voy al super entra en mis narinas y me embriaga.

Antes la lechuga, tenía que pasar por un proceso de lavado, lavado y más lavado. Actualmente, gracias a los super y a la posibilidad de pasar por el self check out puedo ir solo a comprar un pote de lechuga limpita. Lo de limpita me hace acordar a mi mamá que siempre me decía que tuviera la ropa interior impecable, por si tenía algún accidente y me veía un médico. Yo cuando pienso en limpieza me acuerdo de la lechuga, se ve que el accidente que temo es encontrarme en Hoy te quiero con una carrot cake, que como y engorda un montón, para luego darme cuenta que no valió la pena. Pienso que lo mejor para recorrer el camino es hacer como la gente que va a Alcohólicos Anónimos. Cada día es un día. Si puedo pasar este día, tal vez tenga fuerza para afrontar el próximo, con mucha lechuga, sin harina y dulce de leche.

Respecto a mi mamá, me acuerdo de que me decía hace unos años que estaba muy gordita, pero iba a su casa y me invitaba con masitas de Las Gaviotas y me decía, “hoy no vas a empezar la dieta, justo en mi casa”. Hasta que no terminaba el plato, no paraba y ella me decía, “dale, quedan dos pinitos de chocolate y dulce de leche, esos que a vos te gustan tanto, cómelos rápido que viene tu padre y se los come”. La comida combinaba el placer y la competencia. Pensaba: “nadie se va a quedar con mis pinitos”. Pero estos iban a mi cadera.

Puedo preparar la lechuga en una ensalada con muchos vegetales, pero ella es el personaje principal de mi historia. Si me amigo con ella y la tengo siempre cerca, es probable que logre mi objetivo de bajar esos kilos que me sobran. No me va a dar felicidad, pero sí satisfacción.

Me sentí muy a gusto en mi peso ideal, aunque debo admitir que no fui inmensamente feliz. Tuve mis momentos de gran pasión con el espejo. La imagen que me devolvía era muy placentera y quiero volver a verla. La lechuga, el pescado, la ausencia de gluten y las clases de gimnasia agotadoras me empoderan. Pienso que si banco las clases de gimnasia a las diez de la mañana, con ese mix de ejercicios mortales para una señora pasada de kilos y de años, todo es posible.


 
 
 

Comments


Recent Posts
Archive
bottom of page