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El libro

  • Por Janet Rudman
  • Oct 28, 2017
  • 3 min read

Fue a la librería y eligió “Terapia” de David Lodge. Pensó que era un buen regalo para encarar a ese tipo que había conocido la semana anterior. Regalar un libro siempre es un buen gesto. Lo que quería del tipo era salir con él.

Isabella hacía muy poco que estaba sola. No sabía mucho acerca de cómo eran los acercamientos a los hombres en esta era. Ella era de la época de los llamados telefónicos, de salir a bailar de a dos y nada de mujeres solas en restaurantes.

Ahora volvía a estar sin pareja y no era muy ducha en eso de las redes y menos de lugares onda tinder. Había conocido a Rodolfo en un cumpleaños y le había parecido interesante. No era muy alto, ni tenía mucho pelo, tenía algún kilo de más y se notaba que no era deportista. Pero le gustaba leer y eso sumaba puntos. Pensó que el que no fuera demasiado atractivo era un plus, que seguro le iba a dar bola. Ella era una mujer delgada, de ojos verdes, con una tez dorada que la hacía parecer siempre bronceada. Tenía un cabello brilloso que le llegaba a los hombros. Siempre que se lo quería cortar, alguien le sugería que era su marca de fábrica.

Se comunicó con Rodolfo por facebook y le dijo de encontrarse a tomar un café porque le había comprado un libro.

—¿A mí? ¿Cómo me vas a comprar un regalo? Si no nos conocemos, ¿qué bicho te picó?

—Si querés te lo dejo en tu casa, no hay problema, leí la contratapa y me acordé de vos.

—No pasa nada. Es que nunca una desconocida me compró un libro.

—¿Te molesta? Olvidate del libro y el café.

—No,no, no, ¿cuándo y dónde podés?

—¿Te parece bien el martes a las 6 de la tarde en Porto Vanilla frente a Punta Carretas?

—Sí, nos vemos allí entonces.

Isabella pensó un lugar donde la huída fuera fácil en el caso de que la cita terminara en desastre. No sabía si era la tapa naranja de Anagrama la que la había hecho elegir a David Lodge o era el título: “Terapia”. Era su primer acercamiento con Lodge y la primera vez que le regalaba un libro a un tipo.

Había logrado la intriga en Rodolfo. Hacía mucho tiempo que no se divertía tanto. Cuánto tardó en llegar el martes. Estuvo todo el día pensando en la cita. Se puso ese jean especial que las mujeres usan cuando quieren flashear a un tipo. Se puso la base Armani, esa que usa en ocasiones especiales y el perfume Dior que le había traído su hermana del viaje.

Llegó veinte minutos tarde. Así lo quiso. Él tenía una cara de susto tal ,que parecía que iba a ver a un acreedor en lugar de tener una cita con una mujer.

—Hola, disculpá la tardanza. ¿Ya pediste algo?

—No, te estaba esperando.

—Yo quiero un capuchino descafeinado con una gota de leche, con un sandwich de queso sin manteca.

—Yo quiero un expreso.

-Después que lo leas, prestámelo porque yo no lo leí. Lo único que leí de Lodge es” El Arte de la ficción”, que es un ensayo. Pero siempre quise leer más. Vos, contame, ¿cuáles son tus autores preferidos?

- Yo soy un fan de Paul Auster en inglés, en español me leí todos los libros de Gabriel García Marquez. Siempre intento no leer traducciones. Siento que se destruyen los textos. Pero, a veces no se puede. Solo hablo inglés y español.

Charlaron animadamente. Compartían gustos no solo en libros, sino también en teatro y cine. Isabella esperó ansiosa a ver si él daba alguna señal de volverse a verse. Pero no ocurrió. Pidieron la cuenta, la dividieron y pagaron.

-Gracias por el libro. Va a ser un placer conocer a David Lodge. No sé cómo se te ocurrió, pero bueno, gracias de todas formas.

Se despidieron con un beso en la mejilla y Rodolfo no le preguntó para dónde iba ni le dijo que quería volver a verla. Sonó su celular. Por un instante, pensó que podía ser él. Pero no, era su amiga Mónica. Había visto demasiadas películas románticas en Netflix.


 
 
 

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