Veinte años
- Por Janet Rudman
- Nov 5, 2016
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Nací por segunda vez hace veinte años. Primero me morí. Iba por la calle mirando el cielo y al cruzarla me llevó puesta un ómnibus de ONDA. Si hubiera sido hoy, seguro que había un celular culpable. Me reencarné en una mujer joven y en realidad tenía cuarenta y cinco.
Es mi fantasía del pibe hecha realidad. Claro, soy una mina, si fuera un tipo, mi fantasía sería tener sexo con gemelas. Pero no, la mía es empezar mi vida de nuevo. Sí, parece una película con un guión poco original. Esta es mi película, soy guionista, actriz y directora. Es como una oferta de tres por uno.
¿Qué voy a hacer ahora que tengo veinte de nuevo? Lo primero, es ir a anotarme a un gimnasio y hacerme vegetariana. Mentira, el fundamentalismo alimenticio no me va, yo me manejo mejor con el hemisferio derecho, me gusta la carne, la harina, y todo lo que es malo para la salud en la vida.
Estudio diseño gráfico y comunicación. Me especializo en ventas corporativas. Cuando termine mis estudios, voy a trabajar un tiempo y viajaré para conocer culturas bien disímiles como las de Laos, Camboya, China y Japón con una mochila y una amiga. Le pongo a la ropa una impronta personal, soy una hippie chic pero limpita. Voy a la Universidad Católica aunque el ambiente no me va, muchas minas se creen perfectas pero transpiran hipocresía. Se desesperan por un tipo mientras hablan de feminismo. Se les corre el rimmel, y sienten que es el 11 de setiembre de 2001. Son esclavas de su imagen. Si tienen un kilo más, les viene un ataque y empiezan la dieta detox del momento.
Está bueno eso, de ser una veterana reencarnada y saber que la imagen acompaña la vida interior. Podes ser la mina más sexy del universo, pero si te sentís una reverenda porquería, vas a ser una infeliz toda la vida. Leí una novela en el pasado de una famosa autora que hablaba de la hipocresía. Algo de una pipa era el título. Tuvo tanta repercusión que se formaron grupos de facebook a favor de la autenticidad y contra la publicidad que abusa de la mujer como objeto.
Disfruto mi nueva vida de estudiante. Soy gurú de mis amigas. Es que los hombres son iguales que en mi época. Hay que tenerlos cortitos. Yo pensé que las chicas de ahora serían más libres en esencia, pero me llevé una sorpresa. Tengo un grupo de whatsapp que se llama “solas y sexies”, todas están desesperadas por tener novio. Estamos en 2016 y se estresan porque un chico de veinticinco les clavó el visto y nunca apareció.
Yo ya me casé, soy un cliché total, mi marido me dejó por un modelito más joven. Mi fantasía es estar sola sin grupo de whatsapp. No me importa ser sexy. Ser atractiva para los hombres es como el precio, no hay competencia posible. Siempre hay alguien que rompe el chiquero y baja los precios. Respecto a las mujeres, siempre hay una más linda, si esa es nuestra máxima virtud para destacar, estamos jodidas.
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